Sin título

Los años arrugan la piel, pero solo el abandono del entusiasmo arruga el alma. El pesar, la duda, la propia desconfianza, el miedo a la desesperación, son los años que encorvan el corazón y conducen el espíritu floreciente a las sombras.

Ya se tenga dieciséis o sesenta, siempre existe en cada corazón humano el impulso a la maravilla, el suave asombro ante las estrellas, el desafío a los acontecimientos, el apetito infantil por la vida.