Sin título

Uno de los atributos fundamentales del ser humano, básicos para su felicidad, es la capacidad para dar y recibir amor. Valorar al prójimo, compartir momentos con él y decirle con palabras y gestos “es bueno que existas”, “me importas”, “te quiero”.

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Comparte con el que te cae bien y con el que no te cae tan bien. A ese que tienes atravesado salúdalo el primero, porque te lo estarás haciendo a ti mismo. Se acabó quejarse por todo, criticar y juzgar a los demás. ¿De qué te ha servido? ¿Qué te ha aportado? ¿A dónde nos ha llevado? “Ya pero ellos me hicieron eso o aquello” o “son demasiado…” ¿Quieres decir que sin ellos, sin “lo que te hicieron”, no estarías en esta situación? ¿Qué estarías mejor? ¿Que serías más feliz? ¿Quién dirige tu vida, ellos o tú? ¿Y todo aquello que te han dado y que te dan que te aporta? ¿Eso no cuenta o cuenta menos? ¿Acaso la vida de los demás vale menos que la tuya? ¿Tu tiempo es más valioso sólo por el hecho de que sea tuyo?