Sin título

“En los remotos e inexplorados confines del arcaico extremo occidental de la Espiral de la Galaxia, brilla un pequeño y despreciable sol amarillento. En su órbita gira un pequeño planeta totalmente insignificante de color azul verdoso, cuyos pobladores, descendientes de los simios, son tan asombrosamente primitivos que aún creen que los relojes digitales son de buen gusto. Este planeta tiene el problema siguiente: la mayoría de sus habitantes eran desdichados durante casi todo el tiempo. Surgieron muchas soluciones, pero la mayor parte se referían principalmente a los movimientos de unos papelitos verdes; cosa extraña, ya que éstos no eran precisamente quienes se sentían desdichados. El problema persistió; muchos eran mezquinos, y la mayoría se sentían desgraciados, incluso los
que poseían relojes digitales. Cada vez eran más los que pensaban que,
en primer lugar, habían cometido un grave error al bajar de los árboles.
Y algunos afirmaban que lo de los árboles había sido una equivocación y
que nadie debía haber salido de los océanos.”

(vía La Tierra |)