Sin título

Podría, como confesión de borracho en la barra de un bar mugriento, jurar que su orden me complementaba en un caso, que esas piernas y esa sonrisa eran un superpoder, que todo lo que aprendí me hacía adorarla, que tenía que haberme comportado mejor porque tenía razón al decir que juntos éramos invencibles, que jurar siempre que era la última vez y reencontrarnos era maravilloso o que no fue. Puedo asegurar, sin equivocarme ninguna vez, que la necesito esta noche, mañana por la mañana y si todo sale bien el resto de mis días.

Publicada el
Categorizado como Sin categoría Etiquetado como

Sin título

La vida, las circunstancias nos separaron, pero mereció la pena…

Aún recuerdo tu forma de caminar, de mirarme, como nos reíamos juntos por las cosas más tontas… simplemente porque tú y yo éramos felices.

La vida, las circunstancias nos separaron pero mereció la pena… mereció la pena compartir confidencias contigo, abrazos, besos, deseo…

La vida, las circunstancias nos separaron pero mereció la pena…

La vida nos hizo un regalo, conocernos y querernos y no me hace falta más. No quiero ni voy a lamentarme diciendo ¡Qué mala suerte, lo perdí! ¡El Destino me lo quitó! El simple hecho de haber vivido contigo una pequeña parte de mi vida me es suficiente para sentirme afortunado.

La vida, las circunstancias nos separaron pero mereció la pena…

No voy a llorar porque ya no estés, me hiciste feliz. Tú me hiciste volver a creer en el amor, en el respeto, en la complicidad.

Tú me hiciste volver a creer en la perfecta combinación de dos seres imperfectos. Aunque me hubiese gustado seguir caminando de tu lado.

Aunque la vida te arrastró como un fuerte huracán y ya nunca más te vi, no me importa. Tu recuerdo seguirá viviendo en mí para siempre.

Puede que conozca otros amores, yo no me cierro. La vida tiene la habilidad de sorprenderte sin que te des cuenta. También puede que el amor no vuelva a llamar a mi puerta… realmente ¿quién puede saber esto?.

Pero ocurra lo que ocurra, tus dulces besos, tus tiernas palabras y tu forma de calmarme cuando más enfadado estaba, tendrán siempre un lugar en mi corazón.

Puede que conozca otros amores, yo no me escondo. La vida puede sorprenderme.

Pero ocurra lo que ocurra, la forma en que besabas mi frente y la cuenca de mis ojos… como cogías mis manos y las mirabas de esa forma que me hacía sentir tan especial… como me alzabas por los aires, mientras sentíamos que éramos los dueños de la felicidad, tendrán siempre un lugar en mi corazón.”

(vía No pudo ser, pero mereció la pena – LMEM)

Sin título

El problema es que el amor, si se considerase una droga, sería la más adictiva de todas, especialmente el enamoramiento inicial entre dos personas. Por eso, después de la enorme herida que te quedó al terminar aquello, volviste a buscarlo como un vagabundo con síndrome de abstinencia que no se resiste a nada, ni a nadie. El efecto narcotizante de esa sensación eufórica y mágica te invadía hasta el punto de que en todo y en todos volvías a revivir aquella primera aventura amorosa. Pero todo parecía una copia, una simple reminiscencia, como un dejavu de algo que era perfecto pero no pudo ser.

Sin título

Hoy puedes decir que recuerdas todo eso con una gran sonrisa. Es mucho mejor así, ¿verdad? Al fin y al cabo siempre es preferible para uno mismo ser lo más egoísta posible y acordarse de lo inmejorable, de lo que sí fue y se convirtió en inolvidable aunque fuera por una sola vez; de lo que llegó a ser y el mimo con el que lo viviste; pero no de lo que podría haber sido y se truncó. Que no quede espacio para lo lastimoso, tampoco para el rencor. Que sobreviva el cariño y no el dolor. Que resten las lágrimas y sumen las risas. Que permanezcan los detalles y desaparezcan los desplantes. Que queden las horas en las rocas frente al mar y se den por terminadas las horas de oscuridad.