Podéis llamarlas como queráis: mentiras piadosas, mentirijillas, chorradas… pero seguirán siendo mentiras. Por mucho que os justifiquéis, lo único cierto es que habréis mentido, y mentir equivale a ocultar. El problema de las mentiras es que no son algo inerte; si las escondes, empezarán a crecer, y no pararán hasta salir de su escondite. Y cuando lo hagan, se llevarán por delante todo lo que hayas construido sobre ellas, por firme que pareciese antes.