Etiqueta: confianza
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El primer paso para sentirte bien contigo mismo viene de tu interior. Desde dónde te miras, ¿desde la confianza o desde la inseguridad?
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El misterio de quien se vuelve a inventar, del que se levanta del suelo, o del subsuelo, del que tiene ideas que parecen descabelladas y luego son tangibles, del que encuentra nuevos caminos para recorrer, del que haya la solución del problema, el que construye proyectos, el que cuenta todas las estrellas, el que convierte su herida en luz, el que planea el cielo, el que crea algún arte. Cualquiera de ellos confía en que puede hacerlo. Por eso lo hace. Y funciona. Solo tienes que creer que puedes hacerlo. Y a partir de ahí comenzar a trabajar en ello. Así de fácil.
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Si, tú! Deja de ser infeliz sobre quién eres. Eres perfecto/a. Deja de desear parecerte a alguien o que la gente te quiera tanto como a otras personas.
Deja de intentar captar la atención de aquellos que te hieren. Deja de odiar tu cuerpo, tu cara, tu personalidad, tus manías y quiérelos. Sin todas esas cosas tú no serías tú y, quién querrías ser si no?
Cree en ti y ten confianza en quien eres. Sonríe. Atrapará a la gente. Si alguien te odia porque eres feliz como eres, simplemente ignórales, ellos se lo pierden.
Mi felicidad no dependerá de otros nunca más. Soy feliz porque me gusta como soy, me gustan mis defectos y mis imperfecciones, son las que me hacen ser yo. Y yo soy asombroso/a.
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La mejor forma de averiguar si puedes confiar en alguien es confiar en él.
Ernest Hemingway (1896-1961) Escritor estadounidense.
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Había una vez dos niños que patinaban sobre una laguna helada. Era una tarde nublada y fría, pero los niños jugaban sin preocupación. De pronto, el hielo se reventó y uno de los niños cayó al agua, quedando atrapado. El otro niño, viendo que su amigo se ahogaba bajo el hielo, tomó una piedra y empezó a golpear con todas sus fuerzas hasta que logró romper la helada capa, agarró a su amigo y lo salvó.
Cuando llegaron los bomberos y vieron lo que había sucedido, se preguntaban cómo lo hizo, pues el hielo era muy grueso.
– “Es imposible que lo haya podido romper con esa piedra y sus manos tan pequeñas”, afirmaban.
En ese instante apareció un anciano y dijo:
– “Yo sé cómo lo hizo”.
– “¿Cómo?”
– “No había nadie a su alrededor para decirle que no podía hacerlo”.
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La decepción más común es no escoger o no poder ser uno mismo, pero la forma más profunda de decepción es escoger ser otro antes que uno mismo.
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El miedo es un gran muro que contiene nuestra capacidad para actuar, y la razón por la que lo sentimos no es porque creamos que todo nos va a salir de maravilla, sino que, por el contrario, creemos que vamos a fallar. La negatividad gana con tanta facilidad a la confianza y la seguridad en uno mismo que ese tigre que todos llevamos dentro lleno de creatividad y aventura termina luciendo como un simple gatito cuando dejamos de actuar por miedo a fracasar.
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Todos tenemos una voz negativa dentro nuestra cabeza que nos dice que no podemos hacer las cosas. ¿Sabéis qué? Ya hay suficiente gente que no confía en nosotros como para que lo hagamos nosotros también. ¿Por qué queremos decirnos que no somos suficientemente buenos? Si sabemos que los pensamientos influyen las acciones, necesitamos sacar nuestras propias autoafirmaciones y alejarnos de la gente que derriba nuestra confianza.