Antes de juzgarme… ponte mis zapatos, recorre mi camino, vive mis penas, mis dudas, mis risas, alegrías… y después… juzga.
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Gente a la que quieres y a la que dejas de ver por cambio de costumbres, por desatención, por egoísmo, porque crees que pertenecen a otra época, porque crees que tú has cambiado. Es decir, por pura y simple estupidez.
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No nos vamos a engañar, salirse del camino tiene sus riesgos. Te dirán que estás loco, que no lo vas a conseguir, que vas a arruinarte. Perderás a mucha gente por el camino: familia, amigos… pero no te rindas, por muchas veces que te caigas, por muy magullado que estés, levántate y sigue. Si lo que haces te hace feliz, no lo dejes nunca, porque será en ese momento cuando sentirás que estás vivo y que merece la pena luchar por un sueño.
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Lo curioso del miedo es que olvidamos que muchas veces se basa en fantasmas que nos hemos inventado nosotros mismos, y que cuando nos enfrentamos a lo que nos asusta, a menudo nos sorprende gratamente. En realidad, si la vida quiere enseñarnos algo, hacernos daño o decepcionarnos, lo hará de todas formas, pero con el miedo, lejos de evitarlo, nos amargamos durante más tiempo, porque dejamos de disfrutar lo que por el momento nos hace felices, e impedimos que brille esa luz más intensa que tenemos dentro. Porque es así, desde esa pasión sin miedo, como han triunfado los grandes, que han vuelto a construir un globo y otro globo, por muchos que les pinchasen.
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Alguien decía que la soledad es la única rosa que encuentras cuando no la buscas, y yo añadiría que viene con regalo sorpresa, las malditas espinas que te hacen sangrar de soledad hasta el hígado. Quizás la soledad venga irremediablemente cuando nos falta quien realmente necesitamos y por mucho empeño que pongan los que nos rodean siempre nos sentiremos solos, aislados, siempre con la terrible sensación de no formar parte de algo.
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Comparte con el que te cae bien y con el que no te cae tan bien. A ese que tienes atravesado salúdalo el primero, porque te lo estarás haciendo a ti mismo. Se acabó quejarse por todo, criticar y juzgar a los demás. ¿De qué te ha servido? ¿Qué te ha aportado? ¿A dónde nos ha llevado? “Ya pero ellos me hicieron eso o aquello” o “son demasiado…” ¿Quieres decir que sin ellos, sin “lo que te hicieron”, no estarías en esta situación? ¿Qué estarías mejor? ¿Que serías más feliz? ¿Quién dirige tu vida, ellos o tú? ¿Y todo aquello que te han dado y que te dan que te aporta? ¿Eso no cuenta o cuenta menos? ¿Acaso la vida de los demás vale menos que la tuya? ¿Tu tiempo es más valioso sólo por el hecho de que sea tuyo?