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Porque el cielo y el infierno no están después de la muerte, están en el día a día, y si no sabes qué rayos te importa, por qué lo quieres y qué harás con eso en tu vida, no dudes que tendrás esos minutos tan miserables a los que se les llama desdicha. En cambio, si quieres conocer el paraíso, empieza practicando con mantener firme lo que piensas, lo que dices y ocúpate de que así sea como vivas. Vive conscientemente, de ti, y no contradigas con tus acciones aquello que sabes que te importa, porque nadie va a dejar de lado su propio camino para venir a alegrarte la vida.

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Es como una llamada de la naturaleza, que como dice el refrán: “la sangre altera”. Es el comienzo de una nueva vida que nace, llena de oportunidades, de salidas, de cerveza fría, de días largos y noches intensas. Queremos enamorarnos, pensamos en alguien, y no nos damos cuenta de que en primavera, en realidad, nos enamoramos de la vida.

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El mundo no siempre es como a ti te gustaría, no fue creado para hacerte feliz a ti, no sabemos muy bien porqué fue creado, ni para qué, ni cuándo fue el principio, ni cuándo será el final, estamos en medio de un universo que quizá sea infinito, por eso no nos resulta fácil entendernos, porque es algo complejo. Pero la vida ofrece tantas cosas… tantas oportunidades… a quien sabe verlo. En realidad el mundo entero es como un milagro. Quizás no existan soluciones perfectas para los problemas, quizá nunca sea todo perfecto, pero ¿qué más da que no lo sea? No existen calcetines naturales para nuestros pies. Son artificiales, inventados, como tantos millones de cosas. Y a veces, nos frustra tener tantos millones cosas y darnos cuenta que no necesitamos nada de eso para poder sentirnos bien, tan sólo dar un buen uso al cerebro nuestro que está en la cabeza.

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Hoy puedes decir que recuerdas todo eso con una gran sonrisa. Es mucho mejor así, ¿verdad? Al fin y al cabo siempre es preferible para uno mismo ser lo más egoísta posible y acordarse de lo inmejorable, de lo que sí fue y se convirtió en inolvidable aunque fuera por una sola vez; de lo que llegó a ser y el mimo con el que lo viviste; pero no de lo que podría haber sido y se truncó. Que no quede espacio para lo lastimoso, tampoco para el rencor. Que sobreviva el cariño y no el dolor. Que resten las lágrimas y sumen las risas. Que permanezcan los detalles y desaparezcan los desplantes. Que queden las horas en las rocas frente al mar y se den por terminadas las horas de oscuridad.

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No te enamores de una mujer que lee, de una mujer que siente demasiado, de una mujer que escribe… No te enamores de una mujer culta, maga, delirante, loca. No te enamores de una mujer que piensa, que sabe lo que sabe y además sabe volar; una mujer segura de sí misma. No te enamores de una mujer que se ríe o llora haciendo el amor, que sabe convertir en espíritu su carne; y mucho menos de una que ame la poesía (esas son las más peligrosas), o que se quede media hora contemplando una pintura y no sepa vivir sin la música. No te enamores de una mujer a la que le interese la política y que sea rebelde y vertigue un inmenso horror por las injusticias. Una a la que le gusten los juegos de fútbol y de pelota y no le guste para nada ver televisión. Ni de una mujer que es bella sin importar las características de su cara y de su cuerpo. No te enamores de una mujer intensa, lúdica y lúcida e irreverente. No quieras enamorarte de una mujer así. Porque cuando te enamoras de una mujer como esa, se quede ella contigo o no, te ame ella o no, de ella, de una mujer así, JAMÁS se regresa.

Rivera-Garrido, Martha (2014). Fragmento de Los Amantes de Inbox de Papel.

No Te Enamores De Una Mujer Que Lee, Lúcida E Irreverente

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El amor está tan reglamentado como cualquier sustancia que proporcione placer. Aun cuando no dudemos un segundo de que amamos como mejor nos parece, con la libertad de un pájaro o una mariposa, hay un compendio infinito de doctrinas sociales que nos dice qué es el amor y lo que debemos hacer con él, cómo y cuándo. La lista de sugerencias para amar de manera atinada es tan inconmensurable como restrictivo el inventario de sanciones a todo lo que se le opone. La apoteosis del amor –el matrimonio– es, por supuesto, un órgano social sistematizado por el Estado que se moderniza como un farmacéutico benévolo distribuyendo la sustancia adictiva en dosis legales