Sin título

Uno de los atributos fundamentales del ser humano, básicos para su felicidad, es la capacidad para dar y recibir amor. Valorar al prójimo, compartir momentos con él y decirle con palabras y gestos “es bueno que existas”, “me importas”, “te quiero”.

Sin título

En cierta manera, debemos aprender a no sentir demasiado apego por todo lo que nos rodea, ya que todo en la vida es efímero y tarde o temprano todo termina. Desarrollar la capacidad de disfrutar en el presente de todo lo que nos rodea y la capacidad de adaptarse a una pérdida a corto plazo. Aprender a prescindir de algo o de alguien es muy importante ya que cuando lo haces, estás mucho más cerca de ser libre y autosuficiente.

Sin título

Empieza el libro con una leyenda amerindia sobre un inmenso fuego en el bosque ante el que la mayoría de los animales desde su sensatez quedaron impotentes. ¿Todos? No. El colibrí volaba y volaba hasta el río donde recogía con su pico gotas de agua y las lanzaba contra el fuego. Otro pájaro, convencido de la heroicidad inútil del colibrí le dijo: “¿Estás loco? No apagarás el fuego con unas gotitas”. El colibrí, seguro de sí mismo le respondió: “Lo sé, pero hago mi parte”.

Somos el mundo. Cambiarlo requiere cambiarnos. Y cambiarnos implica cambiar una parte del mundo. Pequeña, pero importante.

El colibrí frente a la noria | Inteligencia emocional

Sin título

Había una vez dos niños que patinaban sobre una laguna helada. Era una tarde nublada y fría, pero los niños jugaban sin preocupación. De pronto, el hielo se reventó y uno de los niños cayó al agua, quedando atrapado. El otro niño, viendo que su amigo se ahogaba bajo el hielo, tomó una piedra y empezó a golpear con todas sus fuerzas hasta que logró romper la helada capa, agarró a su amigo y lo salvó.

Cuando llegaron los bomberos y vieron lo que había sucedido, se preguntaban cómo lo hizo, pues el hielo era muy grueso.

– “Es imposible que lo haya podido romper con esa piedra y sus manos tan pequeñas”, afirmaban.

En ese instante apareció un anciano y dijo:

– “Yo sé cómo lo hizo”.

– “¿Cómo?”

– “No había nadie a su alrededor para decirle que no podía hacerlo”.

Sin título

En días fríos y oscuros de invierno la tentación de no salir de casa, de no salir del cuarto, de no salir de la cama, de buscar un rincón caliente y seguro en el que esconderse, de meterse bajo tierra, hacerse un ovillo, taparse con capas y más capas de barro y hojas, abandonar toda resistencia, ceder, dejarse ir, sentir nuestro propio calor mientras ahí fuera el invierno sigue siendo frío y oscuro, quedarse en posición fetal y oír pasar el tiempo hasta que deja de oírse pasar el tiempo, perder la noción de todo, la noción de un mismo, disolverse, deshacerse, desconocerse, a lo mejor ahí arriba ya ha llegado la primavera y no importarnos nada, no querer saber, apretar los ojos, abrazarnos todavía más fuerte, resistirnos ahora a la vida que nos llama de vuelta, quedarnos así, quietos, cálidos, inconscientes, para siempre y no tener pena ni nostalgia de nada, y en nuestro agujero en el suelo dejar pasar la vida como un oso sin verano.

Sin título

Salió a fumar un cigarro de nuevo, arrastrando los pies para dibujar un rumbo en el suelo. Dibujó el miedo. Dibujó la inquietud y dibujó un muro. Dibujó un error al seguir y un error al quedarse. Dibujó la espiral de mil universos paralelos. Dibujó una luz y cien tinieblas. Se dibujó sobre una cama con las sábanas quemadas en un lateral de la autopista, y en posición fetal.

Sin título

Casi siempre vienen juntos. Y cuando están juntos, hablan. Hablan mucho, a veces, durante largo rato…. A veces oigo trozos de la conversación. Empieza: “¿Sabes lo que ha pasado esta mañana?”. Y ella: “Dime…”. Están enamorados, y dura. Se ve en la manera que se hablan… Nunca miran a su alrededor cuando están sentados en la terraza; en cambio en otras parejas suele haber uno que habla y otro que mira a su alrededor, para ver si reconoce a alguien o para ver si es reconocido. Él solía ser taciturno y ahora lo es menos a medida que pasan los meses